#ElPerúQueQueremos

Loco, no! Sólo impulsivo.

¿Loco yo?

Si creía usted señora que ya estaba suficientemente loco, se equivocó

Lanatta

Publicado: 2013-07-01

Este día tenía que llegar, tarde o temprano. Lo cierto es que a veces los profesionales nos equivocamos, o –como en mi caso- los síntomas iniciales dan la apariencia de determinada enfermedad, y luego cuando estamos encaminados en un tratamiento específico, nos damos cuenta que no es precisamente ése el diagnóstico, y luego de revisar, comparar y evaluar al paciente sencillamente caemos en cuenta que fallamos, y que hay que enmendar la plana con urgencia.

Fue así como después de varios días de sentirme básicamente “ahuevado” con cierta sensación de letargo, con nulas ganas de hacer algo de entrenamiento físico, y perdiendo en todos los juegos o niveles del Playstation, decidí que era momento de conversar un poco más con el loquero. O me estaba dando una dosis ya muy alta, o quizás debería pensar en cambiar la mediación.

Claro sinceramente a mí si viene un paciente que se cree saber todo, y que le canta la idea de que debo cambiarle dosis o medicación, simplemente lo encaro y le digo que si no le parece adecuado su tratamiento, me sugiera lo que quiere que le dé, pero eso sí que me firme el consentimiento informado que en caso de que algo de eso le caiga mal o incluso se muera, pues yo saldré legalmente limpio. Eso a cualquiera de mis pacientes le hace notar que no todo es como dice google, y hasta ahora no he tenido uno sólo que haya firmado el bendito papel.

Entonces, no podía atreverme a decirle a mi loquero muy suelto de huesos que me cambie la medicación, pero sí hacerle notar que algo no estaba bien. Al encararlo, no le fui con algún rodeo épico, ante esa bendita pregunta muy común de “y cómo te has sentido estos días?”, le dije “preocupado”. Ya en ese momento el tipo dejó de escribir, ya no quería anotar, sólo quería observarme y entender –o intentar hacerlo- la razón de mi preocupación. “Y por qué tanta preocupación, Lanatta?”. Le expliqué que sinceramente eso de ser catalogado como un bipolar, me resultaba bastante preocupante, que toda mi vida ciertamente no había sido precisamente el tipo más razonable, o sensato del mundo, pero que no podía yo precisamente encajar en un perfil de una persona que se sintiera depresiva, nunca he sido depresivo por quincuagésima vez, y si bien es cierto poseo una cierta personalidad “excéntrica”, podría interpretarse como un payaso más en el reino del señor, un egocéntrico único, o sencillamente un tipo de personalidad histriónica como le gusta llamar a algunos psiquiatras a mi actitud. Pero de allí a ser un bipolar, casi, casi me sonaba a mentada de madre.

El tipo me miró, se acomodó los lentes, hizo ese vacío de mierda en el que uno luego de haberse mandado con el discurso de su vida, cree que va a lograr algún tipo de respuesta rápida y así de generosa y explícita como había sido mi perorata. Pero solo se limitó a decir un “mmm, ya veo”. Eso es lo más cagón del mundo, qué es lo que él veía? Ni idea. Y el silencio se mantuvo por unos segundos que claro en ese ambiente de ansiedad, parecían larguísimas horas que ni el Big Ben estaba dispuesto a contar.

Hasta que se reacomodó en su silla y me dijo. “Lanatta, tú no eres bipolar”. Ah? Aguanta primo, producción podrían repetir esa parte? O sea, no soy bipolar? Pero, si me lo dijiste hace unas semanas, de hecho, la gloriosa medicación es para bipolares, hasta he hecho mi círculo de amiguitos bipolares en el Facebook, Google+ y hasta quiero hacer un Bipolar Personals, para que los locos del mundo nos uniéramos, nos empatáramos y hasta exigiéramos a los centros de diversiones áreas especiales bipolar friendly. Entonces no soy bipolar? Qué soy entonces? Un loco más?

Y allí, sí vino la perorata que esperaba. Claro cuando llega un tipo con demasiadas cosas en la cabeza lo que cualquier loquero hace es bajarle las revoluciones, intentar aquietarlo un poco para ir descubriendo lo que pasa. Y eso sólo se puede lograr con la medicación dedicada a los locos más locos como son los bipolares. En ese interín, se va determinando qué es lo que pasa en la cabeza de esa persona, si es sólo una “crisis” o si el asunto es complejo y hay que seguirlo observando hasta tomar una decisión. En mi caso eso es lo que había pasado, y ahora estaba en toda la certeza de que bipolar no era, si no que sencillamente soy un tipo impulsivo.

Impulsivo, me sonó casi a demérito. Claro no es que haga la del gataflorismo, eh! Pero, que me dijeran bipolar primero, y luego simplemente impulsivo, pues como que era de los locos menos locos, y hasta cuerdo parecía ser. Entonces el resultado era que ciertamente la medicación debería mantenerse por un tiempo aún. Hasta que yo sienta que estoy en absoluto control. Que haga mi vida como me dé la regalada gana, porque no hay ni siquiera opción a que tenga algún bajón. Que me aleje definitivamente de aquella persona que me instiga a la agresividad, y que controle mis sensaciones violentas, que me de cuenta cómo las puedo detectar y de a pocos someter.

Me extendió la misma receta del delicioso Valproato, pero esta vez me dijo que este medicamento si bien es cierto se les da a los bipolares, pues que la dosis que yo tomaba era aproximadamente la sexta parte de lo que un bipolar toma. Y que tal como me encontraba, ni siquiera sería necesario darme algún tipo de ansiolítico de toma nocturna, que duerma plácidamente y no joda, ni me deje joder.

Conclusión: Señora, no soy bipolar, sólo soy un impulsivo de mierda que anduvo descontrolado por sabrá Dios qué –o quién- pero ya estoy tomando el control cómodamente, tanto así que lo primero que haré cuando usted lea este post, muy probablemente estaré subido en un avión rumbo a donde me dé la gana, que yo estoy loco, y no por el fútbol, si no por sacarle el segundo a esta vida de mierda.

Lanatta.


Escrito por

Gianfranco Lanatta

Cirujano, escritor, comunicador y crítico. Disfruto escribir, tanto como tratar a un paciente. Vivo en Madrid, y a veces por Lima.


Publicado en

hablalanatta

Si te molesta que sea sea crudo, lo siento.