Decido retomar mi vieja mula hoy no para publicar sobre gobiernos, o historias mías, hoy me pongo conspirador, no es mi estilo...o sí?
Hola SARS-CoV-2


Voy a permitirme ser un poco conspirador. Hoy no quiero hablar de mis historias, ni tampoco quiero criticar al gobierno de turno. Hoy sólo quiero ser un poco, sólo un poquito conspirador.

Imaginemos un planeta rodeado de avances de tecnología, un planeta donde un solo país es el que maneja casi toda la producción de tecnología, los otros países se sienten un poco envidioso, porque se tienen que dedicar a otras cosas donde antes despuntaban.

Pongamos un ejemplo digamos que ese planeta se llamaba Tierra, que a inicios del siglo XX los productos alemanes eran considerados junto con los ingleses, lo mejor de lo mejor. Mi abuela muy italiana ella, se jactaba de su vajilla inglesa, grabada en cada plato con pan de oro las iniciales de los bisabuelos. Los relojes debían ser siempre suizos, pero los aparatos siempre eran alemanes, la vieja licuadora AEG, el radio Telefunken.

Hasta que luego de la segunda guerra mundial, todo se volvió americano. Los autos Chevrolet, Dodge, Ford, la licuadora Oster, la batidora Sumbean, la lavadora General Electric. El boom de los productos americanos, producto americano durable, reparable, popular. Hasta que luego de la guerra de Vietman y el ascenso de la guerra fría, algunos asiáticos invadieron: la televisión era Sony, el equipo de sonido Pioneer, la aspiradora National Panasonic, los japonesitos que habían pasado penurias luego de la segunda guerra levantaban cabeza y nos invadían con sus productos, eran los 80’s, y siempre los americanos decían que el producto japonés era descartable.

En los 90’s apareció un competidor, Corea del Sur. Y si una televisión Sony costaba 400 la Goldstar (predecesora de LG) costaba 150. Los autos coreanos el famoso Tico invadía Lima a un costo ridículo que hizo desaparecer la venta de los viejos vochos –Volkswagen Escarabajo. Pero lo de siempre, los japoneses hablaban pestes del producto coreano, que eran inservibles, que no tenían garantía.

A partir del siglo XXI un competidor hasta ese momento ignorado surgió con fuerza. Vamos, todos los juguetes del mundo decían hacía varios años “made in Taiwan” o “made in China”, pero nadie prestaba atención a que eran sólo eso “juguetes”. Las empresas americanas usaban a las chinas para hacer sus productos con marcas tan grandes como Fisher Price o Mattel. Era un negocio redondo te vendían una marca “americana” a precio “americano” pero “made in Taiwan o China”. Lo mismo pasó con los japoneses que con mano de obra tan barata prefirieron irse por Malasia y China a ensamblar sus productos. Ya el televisor Sony no era “made in Japan” era “Assembled in Malasya with japanese parts” (ensamblado en Malasia con partes japonesas), un truco que hasta ahora les dura. Pero siendo honestos las partes no existen, sólo son los esquemas en el mejor de los casos, todo lo hacen en China.

Viajando por Estados Unidos, entré a un Macy’s, el televisor Sony era ¡hecho en México! Los Iphones hechos en China, todos los móviles, computadoras, impresoras, autos, todo señora, hasta la ropa interior que usted está usando, o la silla donde se está sentando es hoy por hoy “made in China”. Oh sí, que son descartables, oh sí que ya no se reparan, ¡a quién le importa! Estamos en la era de usar y botar. Total el próximo móvil será 6G y éste no me servirá, el coche ya será eléctrico y automático, y la computadora, y todo. Mejor botar y comprar uno nuevo, total está barato, total yo quiero lo último.

Así nos pasó que China se volvió la despensa del planeta, así muchos puestos de trabajo se iban perdiendo en el mundo, pero aparte de ello ocurría algo en la gente, gracias a las vacunas y los antibióticos los humanos pasaron de vivir de 60 años que era el promedio, a 80, 90 o 100 años. Y claro la gente más enfocada en sus “compras” y consumismo, en el selfie y los viajes, decidió no tener más hijos. Y fue así como el planeta de buenas a primeras dejó de tener tantos niños y más ancianos. Así muchos pueblos debieron cerrar escuelas porque ya no había niños, y los estados tenían que pagar más y más por pensiones vitalicias que ahora costaban y costaban, y la población trabajadora exigía más derechos, menos impuestos. La economía entraba en crisis, ya no se crecía tanto, porque las pensiones consumían mucho del presupuesto de Hacienda, y con tantos derechos y subvenciones, los estados se volvían menos pudientes.

Hasta que, a alguien en algún país remoto, se le ocurrió una solución, quizás maquiavélica, quizás demoniaca, pero salvaría a muchos estados y generaría un “nuevo orden”. 

¿Qué tal inventar un virus, uno que sea capaz de deshacerse de todos los ancianos o por lo menos de su gran mayoría? Pero a su vez un virus que parezca inocuo para los niños, sólo que convenientemente los vuelva estériles. Los estados se liberarían de las pensiones, las grandes empresas de seguros borrarían de un plumazo a tantos, el tema de los niños sería un gran beneficio para que luego se invente el producto fertilizador, y muchas farmacéuticas puedan disfrutar del negocio de volver a la población fértil, claro si es que quieres un hijo, pues tienes que pagar bastante para tenerlo, o quizás mejor no tienes hijos e inviertes en tu clon, en tener de mascota a tu lechuga o follarte un árbol.

Pero seamos obscenamente conspiradores, y ¿qué tal si de paso, el virus aparece en ese país, que nos estuvo destruyendo nuestra capacidad productiva? Total, hasta Rusia su antiguo aliado, ya lo veía con respeto, ya sus ejércitos aparecían con nuevos buques, aviones y tanques. ¿Qué tal si de un solo plumazo nos bajamos China?, los volvemos a ellos los diseminadores del virus, y por allí, en algunas semanas de destrucción alguno de nuestros laboratorios que producían allá les soltamos una fórmula que funcione en el 1%, que parezca que ellos tienen la solución, como para que sean los tontos útiles de enfermar y curar al mismo tiempo. El chivo expiatorio perfecto. 

Ya luego nos arreglaremos para decir que las vacunas saldrán en 2021, que la cuarentena durará un mes más. Mientras todos los ancianos mueren y los niños se infertilizan. Mientras los adultos en capacidad productiva necesitarán trabajar mucho más para poder pagar los días de cuarentena, y aportarán al sistema, y comprarán luego las vacunas a precios infames, y las farmacéuticas, las aseguradoras y los estados habrán redondeado sus cifras, y los países con menos población y más pobreza venderán sus materias primas a los países que las pueden explotar, vamos te doy vacunas, tú me das litio, petróleo, oro o grafeno. Lo justo! Los subdesarrollados como África y América Latina que son un lastre para la economía, mejor dejarlos extinguir, ya nos encargaremos de tener nuevas plantas por allí, y claro preservar la Amazonia, y decir que: ”el mundo cambió para bien”, que el planeta se purgó, que hay un nuevo orden, que hay que darle cuidados a la atmósfera, el planeta verde, los casquetes polares, reforestar la Amazonia, que la vida silvestre, que el control poblacional…

Y un nuevo planeta surgió, con una raza acostumbrada a devastar, para luego repoblar, y seguir explotando. Quizás con menos contaminación, quizás con más tecnología, pero siempre siguió todo igual, hasta la próxima batalla.

Lanatta