"Lanatta, y por qué dejaste de escribir? Si yo te leía, y como yo mucha gente" 
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Los chanchos no vuelan señora, salvo que vayan por Faucett o Aeroperú. Las personas no solemos cambiar intrínsecamente, salvo situaciones groseramente duras y complicadas.

Reconozco eso me pasó a mí, y cuando una situación dura ocurre, es como si todo lo que alrededor nuestro existiera, simplemente desaparece. Nuestra mente y cuerpo se enfocan tanto en el hecho, en esa situación, que a lo único que le dedicamos alma, vida y corazón es a buscar resolver, solucionar o pelearla.

Pero, el mayor problema es que nos enfocamos tanto, que ello hace que nuestros niveles de ansiedad se disparen, que a la noche no se duerma bien, que en el día lo único que nuestra mente haga es darle, más y más vueltas al tema, y que todo aquello alrededor de nosotros pierda valor, incluyendo nuestra propia vida.

Fue así, cómo un incidente en mi vida, incidente con nombre y apellido, se llevó unos años de mi vida, cómo una sola persona, logró llevarme a una situación de desesperación, desolación, tristeza e incluso amargura.

Sin duda, en esas situaciones uno odia a esa persona, troca cualquier sentimiento que pudo haber, en aquel opuesto geométrico al amor. Es obvio que tampoco nos desenvolveremos adecuadamente en el trabajo, que toda esa situación de ansiedad puede conducirnos a hundirnos, a perder todo aquello que podríamos haber ganado.

Pero la inteligencia humana (y también dosis muy altas de fe), hacen que de pronto, un día, lleguemos al no va más, a tener que entender que las ansiedades son dañinas, y que ésa persona, no merece ni nuestra ansiedad, ni tampoco la menor atención o intención. Allí habremos dado un paso importante, habremos dejado el odio, al no me importa, al no vales nada.

Pero insisto solo situaciones así, nos pueden hacer cambiar, porque si no, solo seguiremos siendo los mismos. Y aquello de predicar valores, y hacernos los buenitos ante muchos, sólo serán una puesta en escena, una máscara barata, que esconde nuestro verdadero ser. Allí comienza un problema psiquiátrico disociativo, allí la conducta humana es capaz de crear distintas personalidades. En esos casos la persona emprendedora y predicadora de honestidad, puede ser también la persona que daña a los suyos, que engaña a otros tantos, que es incluso capaz de victimizarse en momentos clave, pero eso sí, jamás reconocerá algún error, todo siempre es culpa de los demás, pobrecita!

Cuando más de una persona me preguntó el por qué dejé de escribir, se lo debí íntegramente a una persona, a la que, hoy por hoy, debo agradecer. Sí, señora. Aquella persona me enseñó. Me enseñó a que nada, ni nadie es más importante que mi tranquilidad y mi balance. A que los problemas de personalidad de los demás, son su propio menester.

Pero que si una persona así, intenta atacar gratuitamente incluso es necesario acudir a la ley, y apoyarse en abogados. No queda de otra, no es tener vergüenza por entablar una demanda, y ventilar asuntos privados en fueros públicos, dándole al juzgador el poder inmiscuirse en nuestras vidas. Es verdad, las personas con esos problemas disociativos, siempre buscarán parecer los "pobrecitos". Pero ya los jueces son muy curtidos en esas lides. Ya el teatro chapucero no vende.

Entonces, allí la razón por la que dejé de escribir, porque una persona malsana llegó a mi vida, con una intención certera, que era buscar su beneficio a costa mía, y al no permitírselo, buscó dañarme en todas las formas existentes, ciertamente lo logró. Pero en cirugía, luego de toda operación habrá un proceso de cicatrización y cura, y la marca o cicatriz nos recordará lo que nos pasó. 

Y hoy esa persona ya pasó. Esa persona a la que califico de deshonesta y carente de valores, es sólo una estadística de los problemas de salud mental. Ojalá tenga la ayuda médica que su caso requiere, pero creo con sinceridad, que está tan creída de "su verdad", que será incapaz de buscarla. Siempre se victimizará buscando que algún incauto sienta pena. Malgastará su inteligencia –porque vamos los seres humanos somos inteligentes- en odiar, en siempre hablar con sorna y bellaquería, pero esa persona se estará dañando tanto, que lamentablemente esos odios y problemas disociativos traerán consecuencias sistémicas, no es broma, el odiar mata, el odiar corroe las vísceras, destruye las sinápsis, nulifica.

 De allí que, por irónico que parezca, creo que lo mejor es elevar una oración al Altísimo, por esa pobre alma que malgastó su vida buscando dañar. Para los creyentes, como yo, nos han enseñado que cada vida tiene una razón de ser, que cada ser humano es parte de un plan divino, siempre me pregunto si este tipo de personas recae en el error estadístico de Dios, o que están acá simplemente para complementar el hedor a descomposición orgánica. Pero Dios los pone en el planeta por alguna razón, y eso es algo que se respeta. 

Sí, pues dejé de escribir, dejé de ser. Hoy ya es un pasado tan lejano, que dentro de mis ocurrencias se me dio por hacerle las pompas fúnebres y -en tiempos de Covid19- dejar se incinere. Se siente bien no odiar a nadie, se siente bien que quien te hizo daño importe tanto como el excremento de una mosca. Pero lo más bonito, es despertar cada mañana sabiendo que hoy será mejor, y que en un momento determinado editaré un texto y lo lanzaré feliz, porque soy feliz y le quité a cualquier persona la capacidad de darme un disgusto. Que es más simpático decirles a tantas personas una palabra sincera –a pesar que no precisamente sea muy halagadora- pero que no se me pueda acusar de hipocresía alguna. Que mi arte de comunicar y expresar es éste, en una mula que es tan fiel, que sigue acá conmigo.

Para broncas y peleas, dicen que siempre se necesitan dos, yo opté desde hace mucho por evitarlas completamente, allá quien quiere pelearse hasta con su sombra, esta cuarentena no es tan desgraciada como parece, por demencial que pueda parecer, me ha vuelto más optimista, a pesar que sostengo mi ácida crítica intacta. No planeo odiar más a nadie, sinceramente, no sirve de nada.

Lanatta