- ¿cuándo se olvidaron del peruano?
Hoy señora debo escribir un poco con el hígado. Y a pesar de ese ser tan irónico como soy, hoy debo hablar con un poco de tristeza, con un poco de malestar, y también con mucho disgusto.
Abel estudiaba conmigo en la facultad, no era precisamente el más chancón de la clase, pero eso sí tenía la costumbre de ser el personaje que cada mes de agosto, organizaba “la fiesta” de regreso de clases, luego del break de fiestas patrias. No es que tuviera tampoco la “súper casa” era una casa de familia de clase media, muy cerca de la calle Las Nazarenas en Surco, en la famosa zona de las lomas –cada calle es una loma distinta. Como amigo y compañero de clases, uno no lo asumía como eminencia, ni como futuro cardiocirujano neonatal –una de las especialidades más difíciles que existe en mi profesión- pero sí por lo menos que iría a terminar la carrera, y sería profesional.
Los años pasaron y, tal cual, Abel se convirtió en médico, hizo la residencia en imagenología diagnóstica, y se dedicó a ser ecografista. Vamos no es algo complicado, en el peor de los casos un ecografista puede equivocarse y decirte que tu hijo será hija, y culpar a la máquina, o que el niño se volteó o en el peor de los casos le harán repetir el procedimiento.
Pero Abel me dijo un día, “Lanatta, tú te has vuelto elitista, donde está el dinero es en los barrios más alejados”, y puso un consultorio por Villa María del Triunfo y otro por Bellavista, en el Callao. El tipo iba a cada consultorio 3 veces por semana, trabajaba de sol a sombra, y pagaba alquileres, gasolina, se estresaba con el tráfico, vamos lo de todo ser humano que vivía en Lima la horrible.
Pero Abel cuando se declaró la emergencia, decidió seguir trabajando, decidió que mientras usara la mascarilla y los guantes era suficiente, y fue así como Abel unos días de finales de mayo comenzó a toser, a sentir escalofríos, a tener malestar. Abel como cualquier médico sabía que eso podía ser la sintomatología del covid, y decidió ir a la clínica donde él puntualmente pagaba un seguro –muy aparte del seguro del CMP- y sin mediar palabra, ingresó por emergencia, lo comenzaron a tratar, y de pronto la clínica decidió que no estaban en capacidad de atenderlo, que su condición requería ser transferido a algún hospital nacional o de Essalud. Detalle, Abel pagaba a esa clínica dicho seguro por ser independiente, porque no trabajaba para nadie más que para él, y obvio no tenía tampoco SIS.
Lo pusieron en una ambulancia, y lo mandaron al hospital covid más cercano –Ate- y no señora, no lo recibieron, que el paciente provenía de una clínica particular, que el paciente no tiene SIS, que el paciente viene en ambulancia particular. Siempre mil excusas, y sinceramente la familia y los amigos nos movíamos por todas partes era domingo, no se podía hacer mucho. Uno de mis amigos de promoción que trabaja en el MINSA se apersonó –la ambulancia llevaba allí parada 6 horas- y habló con quién le dejaron hablar, lo admitieron, pero ya para ese momento la saturación de Abel estaba por debajo de 80. Le dieron oxígeno por un rato, a las dos horas falleció.
La mamá de Cristina celebraba sus 65 años, algo que celebrar en medio de la desgracia, pero el atracón la dejó con una fuerte indigestión que al poco rato se fue convirtiendo en dolor, dolor agudo en la zona inferior del abdomen lado derecho –un abdomen agudo como llamamos en medicina, signo típico de apendicitis. Lo primero que hicieron ambas hijas que viven con ella fue llevarla al hospital más cercano, no la atendieron –sólo casos Covid- le dieron unos calmantes y que se fuera a una clínica, la plata que les pedían -20 mil soles de garantía les era imposible. Los calmantes ayudaron un poco esa noche al día siguiente el dolor comenzó acompañado de fiebre, de vuelta al hospital, nadie le quiso atender, la señora llegó a 41 de fiebre y simplemente murió. Es verdad murió en su casa, murió por causa de una apendicitis que es una cirugía rutinaria para un residente de cirugía general de primer año. Pero, no pues el Estado, es hospital nacional tampoco la atendió.
La familia con el debido pesar, llamó a una funeraria, todo bien señora, no habrá velatorio, recogemos y a incinerar o enterrar con la opción de ver el entierro por whatsapp. Pero había un detalle, se necesita un certificado de defunción para ello, usualmente las funerarias ofrecen ese servicio, una módica suma por decir que el paciente murió de tal o cual cosa. Pero en este estado de emergencia tal documento les salía 450 soles, pero si decían que era Covid19, el certificado era gratuito, sólo firmar y consentir. Es decir, la señora no fue atendida por una apendicitis, se complicó a peritonitis, no fue atendida en ningún momento por no ser Covid19, pero su certificado de defunción fue de Covid19. No sé si es un chiste cruel, o simplemente una burla a los peruanos.
Me da bronca el juego que se hace con personas que, en cualquier condición o régimen de salud, hoy estarían vivas, me da bronca que se priorice algo tan innecesario, que se escuchen más consignas políticas en los pasillos del ministerio de salud, que se ampare en una desprestigiada OMS, pero que, en realidad, todo esto sea un juego de poderes sazonado por excesiva propaganda. Me pregunto ¿por qué no se declaró el estado de cuarentena por el dengue, siendo éste más mortal?
Abel ya está muerto y es otro colega médico que deja de existir, y la mamá de Cristina también, Cristina no pudo despedirse de su vieja, por estar en Cuzco imposibilitada de venir para acá, vio un cajón enterrarse en el cementerio. ¿Jode ello? Sin duda, peruanos que se convirtieron en ciudadanos de tercera categoría, gracias en serio.
Lanatta
Publicado: 2020-06-14
¿Si dos personas mueren y te muestran el certificado de defunción como causa de muerte covid19, deberías de creerlo?
Escrito por
Gianfranco Lanatta
Cirujano, escritor, comunicador y crítico. Disfruto escribir, tanto como tratar a un paciente. Vivo en Madrid, y a veces por Lima.
Publicado en
hablalanatta
Si te molesta que sea sea crudo, lo siento.