Aprendí que cuando alguien te escribe, tú debes responder. Ya sé, estoy respondiendo en mi vieja mula con ese amplísimo y vasto público lector que tengo -si vieja tú. Pero D es para mí muy especial -jodidamente especial- y la respuesta que le tengo que dar no admite email, whatsapp, messenger o mensaje de voz, eso sí, precisa un posterior reconocimiento corporal  ;)
d:\


Querida D:

Motivaste que no sólo quiera darte una respuesta, sino mi visión personal. Vamos soy un viejo lobo, que a mis cuarenta y pocos, he tenido una cantidad generosa de relaciones y situaciones sentimentales que hasta el momento debo decir no me arrepiento de ellas –salvo de una- porque de todas esas personas aprendí, sentí y quise, y de allí que cualquier ex mía con la que me puedo encontrar o simplemente conversar, no tiene jamás una mala imagen mía, o nos llevamos mal, simplemente entendimos que lo nuestro no marchaba y nos distanciamos.

Es cierto querida D, las relaciones implican que ambos lados aporten por igual, ojo cuando digo aportar no me refiero únicamente a un tema monetario, es también aportar en igualdad de condiciones afectos, interés, tiempos y cuidados. En las relaciones si queremos que funcione ese "todo", debemos de hacer que -como si de un banco se tratara- capitalizar cada vez más nuestro depósito. Acá viene una teoría muy mía de comparar a las relaciones afectivas como si de un ahorro bancario se tratara.

Lo normal es que uno va al banco A o B a poner sus ahorros, porque te ofrece una mejor tasa de interés, te puede dar ventajas como el uso de una tarjeta, e incluso algunos te ofrecen cuponeras, descuentos en supermercados o tiendas por departamentos, simplemente hacen que sea algo atractivo el guardar tu dinero con ellos, y con la obvia tasa de interés respectiva. Pero ojo, tú vas al banco sabiendo que ése banco no se llevará tu dinero, ni que te defraudará, porque claro hay una autoridad bancaria que los supervisa.

Las relaciones son algo así, uno deposita un bien jodidamente valioso, la confianza. Y solemos añadir otros bienes: afectos, atracción, deseo, sexo, posibilidades, empatía, visión a futuro, etc., hasta llegar a ese non plus ultra cual es el amor. ¡Oh el enamoramiento! el puto Cupido.

Pero esos bienes que invertimos no llegarán a ser amor, ni tampoco a ser “relación”, si sólo invertimos uno de ellos. Si buscamos sexo solamente, probablemente sería mejor el ser sinceros, y basarnos en el choque y fuga, o en pagar los servicios de una prostituta, y dar por satisfecha la necesidad. No creo que alguien en su sano juicio asuma tener una relación con una prostituta, a la que paga por sus servicios. A lo que voy con eso, es que, si tu inversión es de sólo una parte o un aporte, no esperemos que eso genere más dividendos, o que eso fructifique a por más.

Y me ha pasado muchas veces, en las que mucho afecto no fue lo suficiente como para que la relación marche, ni así con cada uno de los componentes que mencioné líneas arriba. El tema también es pensar que la otra persona debe responder de acuerdo a nuestras expectativas, y no caer en el “esperar”. Yo esperé mucho a que tal persona cambiara, a que tal persona sea más cariñosa, me dedique más de ella, me quiera más, me excite más. ¡Mentira!, lo que no queremos es entender que hemos racionalizado, y nos damos cuenta que esa persona, realmente no nos llena, no nos satisface, simplemente no fue lo que parecía. Y de nuevo, puto Cupido.

Claro, en un momento nos encandilamos, enamoramos, y hasta creemos que con esa persona sí podremos lograr aquella estabilidad que nos permita enfrentar un futuro en conjunto, tener metas y objetivos. Pero cuando no son dos personas así de compatibles, simplemente va a pasar que uno quiere y el otro no. Que uno puede buscar mejorar, y el otro está muy conforme y satisfecho como está. El conformismo en la pareja la aniquila, le mete un tiro infame que hace que uno sienta que rema solo, mientras la otra persona se saca la pelusilla del ombligo.

Otro punto que es fundamental –al menos para mí- es el plano afectivo. Yo no puedo estar con una persona a la que le diga “te quiero” y me responda “gracias”. O una persona que sienta que los cariños y los afectos son muy de vez en cuando, y cada vez menos. Eso simplemente me manda deliberadamente al carajo. Los seres humanos al estar en pareja merecemos –sí, digo merecemos- afectos de ida y venida, de generosa reciprocidad. Si no hay eso, no hay más. Y los afectos no es sólo chapar como el primer día, o mandarse las encerronas de fin de semana en pleno dame que te pego, pero tampoco es asumirse que por ser ya “pareja” te compraste tu parcela y es tuya.

Ése tipo de errores son macabros, nadie es de nadie, y claro mientras uno está en la etapa de seducción es probable que muestre toda la coquetería y galantería que pueda, ¿el banco acaso no te ofrece el microondas, el auto o el departamento? Mientras hay esa complicidad, de querer más, yo no veo límites a una pareja tanto para ser como para sentir. Tengo pacientes que quieren verse mejor, exactamente por eso, porque quieren seguir atrayendo a su pareja. Y atraer es ir por distintos caminos, sean atenciones, palabras, gestos o simplemente no dejarse abandonar, no caer en esa autocomplacencia que al final terminan en un conformismo tan tedioso que es ver a la pareja como el “aparato malogrado” de al costado.

Sí, querida D. Muchas veces no nos damos cuenta de lo que perdemos, de a quién perdemos. Es innegable que todo pudo haber comenzado con jornadas olímpicas de sexo, de afectos y, claro, atracción, locura y seducción. Pero cuando pasa el tiempo, si no hay algo que respalde esos “ahorros”, la tasa de interés será bajísima, a tal punto que será más lo que nos cobre el banco que lo que nos dé como intereses. Pasaremos a sentirnos incomprendidos, vacíos, a tener que “soportar”, hasta que llega un momento en que no va más, en que es mejor sólo, que mal acompañado. Y allí se acaba. Algunas personas sostendrán la apariencia, vivirán juntos pero cada uno haciendo su vida, otros se irán a otro lado, y si te veo no te conozco.

Lo sé querida D, soy medio fatalista, no creo es los cambios milagrosos, no hay gota de optimismo en mí, de allí que el puto Cupido me tiene bronca. Pero sin esos componentes tan básicos, veo las relaciones como quien invierte en una pirámide donde te jurarán darte mucho, y al final terminan robándote.

Te beso.

Lanatta.