Me costó hacer de ésta una historia que tuviera lógica, que no dañara a nadie y que me sirva también de confesión. No, no cambié a nadie, esperé lo que debía, es verdad aquello de ser dos cometas.
d:\thalia


Era una tarde de setiembre, lo recuerdo perfectamente, habíamos caminado por todos los rincones de la vieja Residencial San Felipe, te había besado en cada rincón, te había apretado contra mí en cada esquina. Era mi hora de irme al gym, tú obviamente no me irías a acompañar, aparte que por alguna razón loca tenías cierto apuro. Fue así, como aquel día, en el paradero de aquel pequeño centro comercial y frente a la vidriera de mi gym, me besabas con fuerza, nos abrazábamos con intensidad, y nos despedíamos, con la firme intención de vernos en unos días.

Ese día nació una leyenda, nació ésta historia que jamás se la conté a nadie y que sinceramente he tenido que buscar las formas correctas de no estropear nada.

Comprenderás que todos mis amigos del gym, uno a uno fue acercándose a la vidriera, es lo normal, entre serie y serie, entre descanso y descanso, uno se iba a la ventana a ver el atardecer. Y claro, uno llamó al otro, y otro al otro, y comprenderás también que más de uno pasó a nuestro lado y que, si hubiera tenido un celular con cámara como los de hoy, pues habríamos tenido fotos, vídeos y memes. Pero cada uno que pasó fue cocinando ideas, cada uno dando opiniones. Y claro hasta las chicas estaban allí.

Recuerdo te subiste a una combi y te despediste de mí. ¡No te vería después de ese día por más de 10 años!

Pero la historia no es esa. La historia fue que un amigo mío el gordo José Luis, dijo haber estado sentado en su auto mirándonos por más de 15 minutos, contaba detalles casi filmográficos, cuadro por cuadro de lo que te hacía. El más astuto, el chato Erik, había pasado dos veces por nuestro lado, para mirarte y mirarme. Créeme, nunca los vi, nunca vi la vidriera del gym, estaba demasiado concentrado en ti. Pero la que más detalle dio fue Mariana, ella estudiaba en el IPP, y aparte de ser jodida como pagada por el gobierno, tenía una cualidad: tenía esa memoria fotográfica que luego podía plasmar aquello que vio en un boceto, en un dibujo y hasta en una pintura.

Fue así, como ese día yo subía al gym –con una erección grosera en el camino- y todos me miraban, cuchicheaban. Yo saludé a todo el mundo, algunos como si no hubiera pasado nada, otros preguntándome si no estaba cansado para entrenar….¿uh, qué?

“Que sí Lanatta”, me dijo el chato Erik, “luego de tanto y tanto, con tu flaca ya ¿qué fuerzas vas a tener?” Conmoción. Allí se hizo el círculo, unos decían que eras más alta que yo, que seguro no eras de acá, el gordo José Luis sugería que por el uniforme eras azafata, es más dijo que eras de Aerocontinente. César nuestro entrenador me dijo que por qué no te había llevado al gym a presentarte a los amigos, que las aeromozas siempre tenían amigas guapas, pero luego vino Mariana, y me lanzó una hoja de papel, era un boceto nuestro besándonos, con un detalle me dijo que tenías un parecido extraordinario a Thalía.

Y allí comenzó toda la leyenda, todos en el gym que yo era más chato, que no que tú estabas con tacos, que eras azafata, o cajera bancaria, o quizás trabajaras en alguna empresa X. Que yo me veía mucho mayor que tu, que eso de ser asaltacunas era malo, ahora que tampoco podías ser tan menor porque para azafatas la edad era de mínimo 18 años.

Pero la que jodía y jodía era Mariana, ella no dejaba de ponerse a cantar toditas las canciones de Thalía, con los añadidos de comentar que te había metido la lengua hasta el estómago, Diego un amigo que estudiaba también medicina, me decía que yo te había hecho una endoscopía lingual. La chata Mili, íntima de Mariana, decía que yo era “El Drácula”, que había visto cómo me iba contra tu cuello y te hacía voltear los ojos. Vamos éramos la comidilla, y lo fuimos por varias semanas, te diré.

¿Sabes que fue lo triste? Que de allí no te volví a ver, y Mariana me seguía cantando aquellas canciones de Thalía que con sinceridad nunca fui su hincha musicalmente hablando –guapa es la tipa, innegablemente-, pasaron quizás 3 meses, y no supe más de ti, ni una letra, mensaje, nada. Siempre nos pasó aquello de ser como los cometas.

Se dio la reunión a finales de año, y nos juntamos todos después de entrenar el sábado para comer unos cebiches, por cosas que no entendí –ni entenderé jamás- Mariana se sentó a mi lado, y después de cada brindis que se hacía me buscaba la mirada con alguna canción de Thalía. Dieron las 4pm, ya todos nos íbamos, pero Mariana me pidió que la acompañara a su casa –estaba a tres cuadras- pero me decía se sentía algo mareada, que ella no acostumbraba tomar cerveza y que se había mandado como 4 vasos –vamos no era para decir que estaba en coma etílico-, pero ni modo.

En el camino me dijo que debía confesarme algo, y que quizás no le debería hacer caso porque estaba picadita, me dijo que desde el día que me vio “chapándome a Thalía” –sic- le generé mucha envidia. Ella había terminado su relación con Fuhad, porque le parecía un tipo demasiado seco, que le saludaba de pico, y a lo mucho quería sexo, pero luego se iba y desaparecía. Y cuando nos vio, entendió que eso era lo que ella quería, quería a alguien que en un beso la desarmara, que con dos besos la humedeciera, y que, con tres besos la pusiera a gemir. Y me preguntó por ti, por si seguíamos, le dije que no, le conté desapareciste. No me creyó. Y me retó a que si no estaba contigo chapáramos. Y así fue, así pasó, así ese sábado previo a terminar el año, Mariana gemía, así de buenas a primeras comenzábamos una relación que duró más de dos años.

Pero siempre había ese detalle por parte de ella, me preguntaba “¿Lanatta vas a besarme y hacerme el amor como a tu Thalía?” A pesar de ese par de años, no dejó de mencionarte nunca, a pesar de ese par de años, siempre pensó que era menos que tú, sea porque eras más alta, de mejor cuerpo, más linda o por lo que fuera. No sé, si sea la historia que querías que te contara querida Thalía. Pero ha ocurrido algo constante en mi vida, todas las que han sabido de ti, siempre se han sentido inferiores a tí. ¿Lo ves? ¡Es tu culpa!

Lanatta