Atracción, pasión, lujuria, erotismo. Contaré esa aparición de ese momento, no podré decir tu nombre, no es "políticamente prudente" y yo soy políticamente incorrecto. Ni modo, señora ésta historia es Aleatoria.  
A:\*.*


Mente, oh sí querida, hablo de ti y de tu mente. No es poca cosa, no es hablar de sólo deseos, o como tú dijiste de “atracción”. Sabes la atracción es importante, sin duda que lo es, de hecho, abre la posibilidad de que dos desconocidos puedan sentirse a gusto estando cerca. Ojo, muchas veces la atracción no es deseo. A veces, la atracción es sólo admiración, ora por la inteligencia de la persona, ora por su belleza. Dicen que vosotras sois más de ser atraídas por las mentes, mientras que nosotros, tan primitivos, nos dejamos seducir por la belleza de lo visual.

Hasta allí creo que nos entendemos. Pero pasar de la sola atracción al deseo, y que luego, podamos entrar en ese maravilloso parque de juegos como es tu mente, es otra cosa. Y sí, pienso en tu mente como un parque de juegos, ojo, no por querer jugar con tus sentimientos: herirte, dañarte o lastimarte; pienso en tu mente como ese lugar donde tus fantasías toman forma, donde flipas, donde mil y un escenas pueden darse, claro siempre siendo tú la protagonista, esa mente generosa en la que más de una vez viste a un tío pasar por el andén, y te gustó tanto, que allí en tu mente habías tenido con él tres orgasmos y hasta fumaban un cigarrillo, y te contaba de su perro o del libro que leyó.

Pues bien, ya estamos atraídos –según tu propia versión-, y creo que algo de deseo nos tenemos que, si no fuera por ello, no nos buscaríamos tanto, no estaríamos a por el otro en cada momento, y todos los mensajes que recibo tendrían la misma validez, y no el tenerte con esa estrellita de prioridad que te pone a la cabeza de todos, y con todo especial. Entonces es innegable también que hay deseo que, si no fuera por ello, no me besarías como lo haces, no me dejarías tocarte como lo hago, no te entregarías a mis perversiones cada vez más intensas, sólo porque soy el escritor maldito.

Pero querida, al decir nuestro, vamos con las justas en ese 1% de poder ser intensos, de poder darnos mucho más –y créeme cuando digo darnos es que no es sólo sexo o físico, es tanto en versión pasión como en versión ambición, intención y sensación. El 1% supongo a mogollón de gente debe hacerle sentir de campeonato, pero no somos jugadores de liga amateur, nosotros vamos a por la Champions, a por la orejona.

Y allí viene tu mente, y allí deja de ser sólo piel, para llegar a seducir tu mente, para que con pase VIP, entre en tus gustos, en tus historias, en conocer mucho de tu pasado, para no repetirlo ni en el presente, ni tampoco en el futuro. Y de pronto, también aparece mi pasado, y esas personas que pasaron por mi vida. A más de una habré querido, quizás a más de una habré amado. No negaré a todas les di mi mejor versión de ese momento, di lo que mejor me salía, o sabía. Probablemente a más de una de ellas, eso no le bastó, vamos Lanatta, no eres romántico por donde se te mire, y creo que tenían razón. Pero ojo, también me dijeron aburrido, que yo era más una persona pragmática, un aventajado en conocer reacciones y sensaciones, por lo que, mi juego era más la seducción.

Y no, no es juego de quién seduce a quién, no es simplemente un juego, porque acá la gran ventaja es que los ganadores empatan. Los ganadores se convierten en compinches, en esos célebres cómplices. Pero, siempre diré que es allí en tu mente, entre tus historias, entre tus sentimientos, entre tus temores y deseos, allí quiero hacerme espacio, ganarme un lugar, apoderarme de ti. Oh sí, apoderarme, buscando aquello que no es común, y lograr esa ansiada y pretendida pertenencia.

Podríamos decir que muy a pesar de ese modestísimo 1% nos conocemos por demás bien. Podemos mirarnos a los ojos, y encontrarnos con facilidad, modestia aparte, dime: ¿con cuántos de tus tantos ex, podían hacerlo? Dime si tus historias incluyeron ese abrazarnos tanto, que prácticamente nos fundimos en uno. Quizás tu mente y tu cuerpo puedan querer tomar por refugio mi pecho, mientras estás allí entrepiernada conmigo.

Si pues, soy tan poco romántico. Quizás lo haya sido antes mi niña, quizás alguien se encargó de mandarlo al tacho. O quizás simplemente desapareció como un grano en el culo. Te lo dije, soy el tipo que hasta ahora prefiere los jeans y el cuero, y a pesar que no llevo la melena larga de antes, mi tipo de trabajo se ha tenido que imponer frente a mis rebeldías de adolescente.

Pero te insisto no quiero poco, quiero ser la razón perfecta de hacer temblar tu cuerpo cuando te poseo. Quiero ese momento máximo en el que el orgasmo se transforma en pieles desgarradas y gritos malditos. Los dos convertidos en dos locos amarrados, que mi esperma te bañe hasta las rodillas y tobillos, que esa maldita costumbre de hacerse mierda piel a piel no se vaya nunca. Que nuestros momentos no son de caricias suaves solamente, que nuestras mentes se fundieron hace rato y en ese corto circuito nos volvemos esos salvajes, esos animales en lucha orgásmica.

Ah querida, es verdad, hablaba de tu mente, y en realidad no busco sólo meterme en ella, quiero tu locura, tu insensatez, tu pérdida completa de la cordura. Quiero ser el vino tomado de la botella, así quiero cada beso, con esa sensación de emborracharte, de embriagarte toda, de calentarte, y por supuesto, quiero ser esa resaca en el cuerpo, esa sensación de despertar con el cuerpo molido, pero con ese gustillo en la piel, con ese amanecer y saber que no fue una borrachera, sino que, de esa lista de fantasías, cumplimos una de las tantísimas pendientes. ¿Comprendes entonces, por qué quiero tu mente? Porque tus fantasías y la mías son tan pervertidamente compatibles que no son pocas, y nos toca la siguiente, y otra más…y seguir, a por más.

Lanatta