Señora, muchas veces lo que inicia como un tórrido romance, por esas cosas de la vida, por esos defectos que como humanos no nos son esquivos, y por esas, susceptibilidades y suspicacias, terminan en hacernos perder una relación, en enfriar los sentimientos a grados bajo cero y en simplemente optar por el abandono.
no mentirás


Madrid, enero de 2011

No te voy a negar que me gustas querida Lorena. No voy a negar y podría decir incluso que, somos sexualmente compatibles, que somos una excelente pareja en la cama y fuera de ella. Pero también debo reconocer que nos parecemos mucho. Somos los dos, unos animales celosos, somos los dos, unos animales vengativos, somos ambos, de esa raza poco conocida de salvajes que cuando atacan se lanzan directo a la yugular de su contraparte con la única intención de verlo morir desangrado.

Somos entonces, querida Lorena, dos fieras muy similares, somos dos personajes capaces de ser considerados por los demás como impulsivos, locos, agresivos, o como diría un psiquiatra alemán simplemente dos apasionados de los que, hoy por hoy, ya no se ven. Hay personas que no soportan eso, que el tedio, que las costumbres, que sus formas o los parámetros que la sociedad haya convenido por imponerles, simplemente se transforman en peleles, en seguidores, en gente que aplaude como un mono de feria. Sólo son seguidores, o como en el lenguaje informático decimos, son simplemente usuarios, que conducen tal o cual programa, pero de los que jamás se atreverían a buscar generar una fórmula, en generar algo distinto.

Y allí comienza nuestra historia, allí comienza ese ser dos personas tan similares en mucho, y tan peligrosamente en tanto otro. Quizás mis artes y las tuyas sean similares, quizás yo sepa oler de forma distinta, quizás yo sepa marcar mi territorio de forma distinta, quizás yo sea más salvaje y orine en cada esquina de tu cuadra. Tú en cambio, eres muchísimo más posesiva, tú irás directamente a hacer que tu hombre note todo el planeta que lo es, sea por ese rosario de cardenales que después de cada sesión amatoria me dejas, o también por ese querer que cada persona cercana a mí note que estoy contigo.

Ya te digo, somos dos bestias cuando nos hacemos el amor, que nuestras noches y madrugadas son interminables, que hemos dejado de ir a las discotecas, a las reuniones con los amigos, para encerrarnos en mi piso o en el tuyo y no darnos tregua, que los 8 kilos que he bajado en estos 3 meses que te conozco no es por algún tipo de entrenamiento especial, sino porque hacerte el amor por 3 horas cada noche me está dejando el abdomen plano, el culo redondo, y la verga inflada como globo de payaso.

No puedo negar que tus mini faldas hacen suspirar al planeta cuando pasas, y que yo te ostento como si luciera el Bugatti Chiron en la E-901 a todo gas queriendo llegar a alguna fiesta en Valencia. Pero querida Lorena, creo que como con los alimentos de rebaja del Mercadona, aquellos que te los ofertan hoy a la cuarta parte del precio porque expiran en 3 días, hoy dolorosamente siento que debemos tomar un respiro.

Hablo que muchas veces las parejas necesitan detenerse y ponerse a reflexionar. No niego soy un animal de sensaciones, de sentimientos y que, mientras más me haga esa persona sentir, yo buscaré hacerle sentir. Y soy en ello muy recíproco, más doy más espero recibir. Y siéndote honesto, mi balance de éstos últimos 30 días es que nos hemos dejado de entregar, de dar y de hacer sentir. Te pongo un ejemplo, las llamadas o los mensajes llevaban siempre un “te quiero”, quizás un “te amo”, necesariamente un “te extraño” y, con cierta frecuencia, un “te necesito”. Hoy cada vez que te lo digo ni siquiera hay un hipócrita “yo también” –que ya te digo a mucho les llenaría el día, el año y sus vidas, pero lamentablemente a un animal de sensaciones como yo, lo único que me hace sentir es que a la linterna se le acaba la pila y ya deja de iluminar como antes.

Ojo, debo suponer que en temas de dos personas no siempre se mantendrá todo en niveles supersónicos, que tendremos nuestras altas y bajas, pero también debo confesarte que, dentro de mi pragmatismo, de esa odiosa practicidad que me caracteriza, soy de alejar a cualquiera que me mienta. Puede ser, que algunas personas mientan como parte de sus mecanismos de defensa, es que es muy fácil hacerlo, mejor una mentira que decir una verdad que pueda ser dolorosa o quizás conflictiva, mejor jugar a que el otro sea tonto por un rato, que comernos un marrón y que ese marrón implique reacciones dolorosas.

Pero pasa que la mentira mina como un cáncer la confianza, y después de una primera mentira, créeme por mucho que uno pueda estar muy enamorado, o entusiasmado, lo que devendrá será simplemente un efecto secundario, casi como cuando administro algún fármaco a algún paciente, ya sé que si le doy un antibiótico oral muy fuerte probablemente la infección sea atacada con contundencia y logremos una recuperación, pero el costo adicional, el odioso efecto secundario será que muy probablemente la flora intestinal se vea afectada a un punto en que el paciente tenga malestares gastrointestinales. Pasa lo mismo con la mentira en una relación, simplemente quedará todo minado, las dudas serán siempre una constante con las que lidiar, esa sombra que hará que todo lo que se diga siempre genere la duda. Y si, luego de esa falta como es la mentira, se llegan a acuerdos, y por allí, se incumplen créeme el tiro de gracia ya se habrá dado.

Hoy me enfrento querida Lorena a éste réquiem en el que veo lo nuestro como un cadáver al que se le puede maquillar, se le puede disfrazar, incluso se le puede hacer sonreír, pero que ya comienza a oler, que ya es mirar al otro cada día como un desconocido, y en el que éste respiro que te propongo ya es una exhalación, ya lo que antes se gobernaba con corazón y pulmón, hoy dejó de latir y hacer vivir, hoy somos el cadáver de eso tan maravilloso que éramos, de esas sensaciones intensas y deliciosas, a ser simplemente dos sicarios cada cual con la daga a por el cuello del otro. Ojalá te salga todo bien querida, yo de lejitos me alegraré por ti.

Lanatta.