A ver, la genial Charlie leyó el post de hace unos días, y es tan dulce y delicada que se mandó ayer con una perorata de casi dos horas, en las que después de todo, terminamos diciéndonos que nos queríamos, que fuimos súper felices, y que a pesar de que ella hacía el tema de la felatio por un consejo de sus amigas que le habían sugerido cómo hacerlo, y que con alguna pareja previa le había funcionado bien, la realidad es que no le atraía para nada, no se excitaba con ello, y que después de mi reacción cuando estuvimos, dejó de hacerlo.
charlie


¡Aplausos! La verdad es que el tema era malo, pero malo. Ya sé, como alguien me dijo, yo soy raro, y el tema de tener a alguien haciendo la del chupar y mamar me resulta atractivo, pero no es mi mayor motivador o excitante, no recuerdo haber conocido a alguien que pueda hacerme eyacular en una mamada, pero sí recibir quejas de que me demoraba mucho y que seguro que yo tenía “demasiada experiencia” y esos juegos resultaban poco excitantes para un pervertido como yo.

Pero Charlie me hizo acordar que durante nuestra etapa de pareja ella hizo y puso mucho de su parte, de hecho, hasta me llevó a un centro de terapia de parejas. El sitio quedaba en un novísimo edificio de Miraflores, que era más un centro empresarial que otra cosa, la primera charla fue con un psicólogo que nos evaluaría y luego determinaría quién llevaría nuestra terapia.

Paréntesis a esto, considero la psicología una profesión mediocre, los psicólogos buscan hacer sus propias interpretaciones o seguir un manual, cuando el comportamiento humano no es sólo hablar de etapas de la vida, sino en muchas ocasiones –y allí la magia de la psiquiatría- se requiere equilibrar algunos químicos en el cerebro para poder lograr un reacondicionamiento conductual. Y con el respeto que se merecen amigos psicólogos, vosotros no estáis en condición de prescribir medicamento alguno, que me vengan a recetar homeoterapia, es ridículo, y algo que me ha pasado siempre es que todos los psicólogos resultan ser progres, siempre pensando en algún capítulo de Marx, en revoluciones y demás líos, cosa que sería óptimo debatir en algún momento.

Pero bueno el psicólogo evaluador, muy vestido al traje y con aspecto severo –casi como el del director del colegio- nos comenzaba a hacer preguntas muy cerradas, si o no, fin. No había espacio para poder extenderse un poco, explicar, ello se vería ya con la terapia. Fue un incómodo interrogatorio de media hora, y en el que no dejaba de burlarme de su pañuelo celeste puesto en el bolsillo en el que había un puñetero Pluto. Terminado el interrogatorio nos llamarían para iniciar las terapias de pareja esa misma semana. Y así fue.

Regresábamos al mismo edificio, pero esta vez ya no era esa especie de oficina de director, era una sala con dos sillones de dos cuerpos y una panorámica a lo lejos del parque Kennedy. Nos hicieron pasar, y por otra puerta entró Fabiana. Más hija de puta no podía ser. Una mini, unos tacones y un saco cerrado en el que se le veía un escote que me volví becerro pidiendo leche. Charlie se sintió incómoda, pero claro no dijo nada, era la “terapista”.

Y Fabiana comenzó con preguntas más abiertas quería más explicaciones, más de cómo era nuestra relación, más de cómo lo llevábamos en la cama, en la calle, de nuestros secretos, sonaba a curiosa y daba mucha confianza no lo puedo negar. Las charlas en el primer par de sesiones, era como un recordar momentos divertidos, pero en la tercera charla –y esta vez se vino con un vestido que me dejaba más mirándola a ella que al parque Kennedy- consistió en los puntos de conflicto. Sí pues, nuestra comunicación con Charlie era buenísima, sólo que yo tenía unas formas sexuales distintas. Y la temible Fabiana comenzó a decirle a Charlie que tenía que darse la oportunidad de nuevas sensaciones. El punto de quiebre fue cuando Fabiana me preguntó por mi manejo sexual, y no mentí, le dije que en condiciones normales mi promedio de duración era una hora, y que, si por allí hacíamos pausas, pues la gracia podía durar mucho tiempo más.

Acá hago otro paréntesis señora, no es un problema médico como alguna vez alguien me preguntó, es una condición propia, una extravagancia de mi sistema urogenital. Que, así como yo puedo aguantar un litro de agua en la vejiga, así también mi erección puede durar, en buena ley una hora. Es cierto, luego de esa hora la resurrección de la carne tomará unas horas, pero claro no he recibido jamás queja alguna, que durante esa hora y más de tiempo activo mis contrapartes han tenido todos los orgasmos de su vida, hemos intercambiado posiciones como para amenizar la velada y si han sabido motivarme, habré rugido como un animal al momento de llegar. Pero luego de esa hora, han optado siempre por pedir un tiempo de descanso, que hasta el caminar les resultaba gracioso.

Y así, como lo cuento en este relato se lo comenté a Fabiana, vamos estábamos en confianzas. Para la cuarta sesión, nos pidió que nos besáramos, y claro Charlie tenía su estilo de besar, pausado, de labios, súper lady. En el momento de acariciar se puso nerviosa porque le miraba otra persona. En ese momento Fabiana se levantó y le dijo a Charlie que se sentara, y que no se ofendiera, que esto iba a ser parte de la terapia, se paró frente mío, y me dijo que la besara y acariciara como yo quisiera hacerlo, como yo me sintiera más natural. Y literalmente le comí la boca, disfruté su cuello, le apreté el culo y las tetas, por mucho que intentó no dar alguna demostración sus jadeos los sentí.

Charlie como que hubiera visto una película que no le gustaba, estaba incomodísima. Y le decía, que a ella no le gustaba nada de eso, que le parecía yo muy poco romántico, más un animal carnal que una persona de sentimientos y romanticismo. Fabiana simplemente le escuchaba, anotaba, y no volteó a mirarme un solo instante más.

Las cuatro sesiones ya habían sido dadas, los consejos nos llegaron a nuestros correos electrónicos, con un detalle interesante, Fabiana me decía que le había encantado mi forma de besar y acariciar, que de haberme conocido en otras circunstancias hubiera peleado por mí, pero que me dejaba su número para conversar cuando yo lo desee. Esa historia recién se enteró Charlie ayer. A Fabiana la volví a ver repetidamente por varios meses. Fuimos follamigos. Y a pesar que la vi recién cuando la relación con Charlie terminó –o sea una semana después- Nunca entendí si la terapia era para la terapista o para mí.

Lanatta