Luego de la declaración en televisión de un conductor de noticias en Lima, en la que reconoció pública y abiertamente, ser un onanista consumado desde su temprana adolescencia -vio señora, qué bonito es decir onanista, que suena casi hasta a marca de reacondicionador de cabello, y no pajero, pajillero, jalaverga o matraqueapolla- hoy me dedicaré a esa fase tan humana como…íntima.
ma'aseh Er ve-Onan

Y claro es un tema de intimidad,nadie se hace una paja, se corre el asunto o se iza la bandera en público. Esalgo privado e íntimo, es como dijo el buen Woody Allen: “Masturbarse es hacerel amor con la persona que más quieres”. Es cierto, la adolescencia es elmomento de autoexploración, y cuando la testosterona hace ebullición, y claro apintar losetas, empastar paredes, o ya los más descarados lanzar un moquillopor la ventana devolviendo a la naturaleza un contenido humano.

Ahora bien, ya en terrenos propiosy ajenos el asunto puede ser manejado o descontrolado. En el secundario allá enBuenos Aires, en el glorioso “Figueroa Alcorta” en Recoleta, el temainicialmente era decir que tal o cual era un pajero. Pero cuando ya el asuntocomenzaba a dar luces de un descontrol era el famoso “pajero mal”. El enanoAlberti, era el pajero mal de la clase. Uno por ser enano, y como decía laseñorita Bertolini maestra de Biología, “esos que sucios que haces susporquerías con esas revistas inmundas no crecerán y se quedarán enanos”. Yclaro ni bien lo dijo en la clase, todos volteamos a mirar a Bertolini. Peroojo, no era sólo porque fuera enano, lo cierto es que el enano llegaba siempretarde al colegio, no hubo un solo día que llegara temprano, incluso faltabamucho, o se quedaba dormido en clase. Las ojeras le daban el aspecto de sercasi uno oso panda o sobrino de algún mapache -y no mapuche-, y cuando el negroHurtado lo saludaba, le decía “no me des la mano que seguro está pegajosa,enano jeropa”.

Y entonces en esa adolescencia, yoescuchaba a los amigos que la paja para arriba y para abajo -no piense otracosa señora-, y claro, en mi caso lo intenté más de una vez, pero a pesar deser placentero el tema de “darse una manito” lo cierto es que no se consumaba,no terminaba. Y seamos honestos señora, paja sin eyaculación, no es paja.Aquello no era un algo que se pudiera consultar con los viejos, tampoco con losamigos, menos con la novia. A los 13 años, ¿quién carajo es el adecuado pararesponder esas interrogantes? Así que lorito culo cocido. Y de hecho asumí queera normal, que en todo caso la eyaculación se daría únicamente cuando había uncontacto ora con la temperatura de la pareja o de lo que fuera.

Lo que vendría luego en mipersonal caso fue aquella novia del cole. Que claro tímidamente buscaría hacerla felatio, que alguna amiguita le había sugerido. El pete, la chupada, elmamadin, la mamada. Realmente bonito gesto. De hecho, los años pasarían ycuando alguna vez conversamos el tema con aquella hoy ex, me diría que lagracia de hacerlo no le atrajo nunca, pero claro la amiga le dijo que ellosería una forma de complacerme, y de bajarme las revoluciones para que el temacoital posterior me tuviera menos vigoroso. Sea como fuera, son contadísimascon una sola mano -y sobran dedos- las mujeres que en vida han pasado y quehayan logrado que yo termine, eyacule, me venga. Y a decir verdad el temaexperiencia nula de mi novia del cole, junto con su desinterés, hicieron que yonunca termine, que ella termine con las mandíbulas hechas pelota, y que claroprefiriera la penetración a toda costa. Y ello corroboraba entonces aquello deque era necesaria la experiencia coital, el penetrar, el follar, el coger paraque yo pudiera terminar. Entonces una razón más para que mi onanismo amateur,culminara como todo un fracaso -y un dolor de huevos de campeonato.

Y entonces allí podría ponerlepunto y final al tema de las masturbaciones, las pajas y el onanismo. Pero, asícomo el Enano Bertolini, ustedes las mujeres también se dan una manito señora,no me diga que no. Y vamos es parte de la sexualidad de las personas, de laautoexploración y satisfacción. Es algo normal y natural. Claro por algunarazón podría decir que hoy pasados los 30’s señora, ustedes van a la manitodigamos que con más frecuencia que cuando tenían 15 o 20 años. Y ya ni quédecir a los 40’s. ¡Mamma mía! Una mujer a sus 40’s no es onanista es la amigametralleta, que un dildo, consolador o vibrador no es suficiente, y a vecesnecesitan un extintor de fuego tamaño real con carga doble.

Por ejemplo, conocí estando en Limaa una simpática e inteligente periodista. Vamos la mujer maravilla de lasnoticias, hablaba cuatro idiomas, trabajaba en un canal de cable, un diario ycolaboraba con un par de diarios como corresponsal. La mujer más culta delmundo en términos de charla. Hasta que llegado el momento el pisco sourcatedral se le subió a la cabeza, y excitada, como dijo estar, me hizo salircasi como un disparo del Queirolo de Pueblo Libre a su piso en Magdalena.Señora había tema sin dudarlo.

Los besos hicieron que las ganasse intensificaran, el alcohol del pisco sour, hizo que sin duda preparemos unalicuadora más. El momento parecía perfecto, el futón de su sala sería el lugardestinado. Ella se abalanzó sobre mí. Sus deseos eran intensos, en segundosentre el quitarme los zapatos y su ansiedad por mi bragueta, conseguiríamos quese encuentre con mi erección y con frenesí fuera directo al objetivo. Al mamármela.

Claro señora entendamos, no es queyo antes de salir mande algún manual de usuaria a la chica con quien me vaya aver. Ni tampoco antes de llegar al momento le haga una breve presentación condiapositivas, y demás. Pero claro, hay que reconocer que hay personas que tienenbuena intención con hacer una felatio, otras incluso lo disfrutan, y claramentehay generosas maestras que tienen más músculos firmes entre sus mejillas ylengua, que en todo el cuerpo. Lamentablemente, éste no era el caso. Y la niñaen cuestión resultaba malísima.

Era claramente un golpe a loshuevos tenerla allí, y a pesar que uno puede estar muy metido en el ambientelujurioso que ello provocaba, lo cierto es que deseaba cuanto antes que el supliciotermine. A tal punto que busqué de una y mil formas cambiarla de posición, y leveía un poco la cara de frustración.

Cumplido el objetivo del cambio deposición, fue demasiado reticente en el cunnilingus. Y como no tengo pelos enla lengua simplemente le dije si lo disfrutaba o no. Lo cierto es que me dijoque no. Íbamos empatados. Y en ese instante, cogió la jarra de pisco sour y sela tomó como si fuera un jugador de baloncesto al terminar el partido. Que digola tomó. Lo absorbió. Para ese momento ya estaba yo con más dudas de lasituación que resolviendo un problema de física cuántica.

El colofón fue que, secándose loslabios, me dijo que ella no era una mujer común y escupiéndose la mano se frotóla zona anal, para inmediatamente ensartarse en mi verga. Claro vamos el saltocualitativo fue buenísimo, pero muy aparte de yo disfrutar, ella en vez deseguir a mi ritmo, se masturbaba conmigo dentro. Dicho de otra forma, yo eraparte de su momento onanístico. Me moviera o hiciera lo que le hiciera, a ellale daba igual ella estaba en lo suyo, frotándose el clítoris como una posesa yllegando a distintos orgasmos, sin chistar ni ocuparse de nada. Al momento enque yo terminé, sólo allí terminó ella su sesión masturbatoria, y al voltear,me daría un beso y me diría “gracias”.

No habría mucho que comentar,estaba claro que para ella sus niveles de placer máximos no eran durante lapenetración, sino en la masturbación, fuera por costumbre, o como dijo un amigomío, por desprecio con el hombre. Más de una persona en mi vida, me dijo sentirsehumillada o incluso maltratada, porque yo no haya acabado durante la felatio, yno era porque no lo disfrutara, sino que la felatio la siento más como unamasturbación con la boca de otra persona, que un disfrute completo. Lo ciertoes que entre onanistas, pajeros y corredores de tripa hay tanto por escribirseñora.

Lanatta.