La reunión familiar. De esas reuniones en las que se juntan todos, de esas reuniones en las que de pronto la familia se convierte en un mundo, donde los tíos, primos, sobrinos y sus imprescindibles parejas estarán y se juntarán. Y siempre hay esa tía ya mayor, la que viene a ser el último bastión de una generación de abuelos que ya se murieron, pero ella queda y es la que pasa revista, da sugerencias, toma cuentas y hasta reclama.
reu familiar

La Tía Tina tiene hoy 90 años. Entre sus virtudes está la de haber criado a sus 3 hijos luego de que el gobierno militar peruano hiriera de muerte a su esposo, mientras les arrebataban la hacienda en la zona este de Trujillo. No sólo salieron buenas personas sino excelentes profesionales que ahora a sus 90 calendarios le hicieron la gran comilona. El detalle es que ella no ha perdido un byte de memoria, se acuerda desde cuando vio en la tele a blanco y negro llegar al hombre a la luna, hasta comentar la desagradable situación política de hoy. Y entonces pasó revista.

Mi prima Gina fue la primera. “Ginita hija, ese cojudo te lleva sacando la vuelta casi 20 años. No sólo debe tener hijos hasta con la portera, sino que también más enfermedades en el pájaro que todo el zoológico de San Miguel. Hazte un favor mamita, mándalo a la mierda, quiérete un poquito más”. Mi prima Gina estalló en llanto, levantó su copa de vino blanco, y brindó con la tía.

Alberto, el primo mayor: “Tito papito, ya es momento de que dejes de engañarte y de querer engañar a los demás. Todos sabemos que no eres delicadito, sino un mariposón que hace fiesta en lentejuelas y mangueras. Nadie en esta familia te va a decir nada sobre lo que hagas con tu culo, pero hijito, por una vez en tu vida sé libre”. El primo Alberto había sido sacado del clóset, se sacó el pañuelo del bolsillo del saco, se tapó la boca y levantó su copa de vino nunca tan rosa.

A Bianca su nieta mayor, la miró y le dijo: “Bianquita, qué hermosa niña eras de chica. Parecías una muñeca de esas que vendían en Miami. ¿Qué te pasó mamacita? Tienes más tatuajes que los presidiarios de Lurigancho. Esa perforación en la nariz, me hace acordar de las vacas que teníamos con tu abuelo en el norte. Hijita, ¿qué problemas tienes? ¿Quieres parecer mala? Yo creo que toda la culpa es del idiota de tu padre. ¡Cuánto le rogué a tu mamá que no se casé con ese adefesio! Tenía un novio lindo y de buena familia, un chico que iba a misa todos los domingos. Hijita hazme un favor, y pídele a tu tío que te pase un poco de láser para borrar esas porquerías”. Bianca botaba humo por la boca -sí, estaba vapeando- le hizo un gesto de beso volado.

Giuseppe el menor de los primos para evitar algún lío levantó la copa y queriendo cortar las observaciones de la tía Tina, hizo el brindis: “Por la tía más querida”. A lo que mi tía decidió interrumpir. “Giu querido, qué lindas palabras, tú también eres un sobrino muy querido para mí. No importa que hayas quebrado dos empresas tan exitosas, por ser un pelotudo que no sabe con quién hacer negocios o con quién asociarse. Pero los cincuenta mil dólares que te presté para tu maravilloso emprendimiento sin pierde, te los pienso cobrar hasta después de muerta, hijito. No porque la plata me haga falta, que gracias a Dios tengo la suficiente, sino para enseñarte a no darte lujos y buena vida, con el dinero de otros”. Giuseppe tragaba saliva, se hizo ese incómodo silencio, y soltó su frase típica: “a fin de mes tía, sin dudarlo, salud” levantando la copa de vino tinto.

Marissa fue corriendo al costado de la tía, buscaría también callarla, haciéndole un gesto de que ya estaban por servir los platos. Pero mi tía siguió: “Esta Marissita es mi hija a la que busqué no sólo darle la mejor educación, sino que tuviera la vida que ella quisiera. Me equivoqué contigo mi amor. Primero se metió con los hippies, luego con los comunistas -que también son hippies. Hizo de la casa regia que le compré en La Planicie un campamento de desgraciados donde iban borrachos, drogadictos y demás. El amor libre decían, vaya puterío. Era la excusa perfecta para que todos se tiren a todos, hasta el perro creo que fue sodomizado por alguno de esos. Y claro cuando la fanfarria se acabó, pues la dejaron como lata de pescado, abierta, desgarrada y con olor a mariscos, Felizmente que no tiene hijos porque habría que hacerle ADN a toda la nación”. Marissa se metió en la cocina, era demasiado para ella.

“Luca mi nieto favorito. Hijito debes ya de dejar la marihuana. No estés con esa mentira de que es medicinal. Es droga papacito, eres lo que en el barrio se decía un fumón. Y el problema es que cuando están tan drogados ya no saben lo que hacen, y otras veces pasan de una droga suave a otras más duras. Ya la otra vez te vi con ese amigo tuyo que parecía mujer con falda y tacos y hablaba con voz de militar retirado. Ni pienses que te voy a dejar algo de herencia. Tan lindo niño que te llevé hasta Hawaii para que corras olas con la academia de ese chico Magoo”. Discretamente Luca apagó el porro que tenía, y se metió un Hall’s.

“Gianfranquito sobrino. Es bueno verte de nuevo por acá, este es tu país hijito, y tienes acá a tus papás que claro no serán lo mejor del mundo, pero están vivos y aprovecha, que estamos prestaditos no más. Qué lindo que tengas un hijo, lindo el bebé es inmenso y será tan alto como tu abuelo. Que te hayan puesto los cuernos no tiene porqué ofuscarte, tú también le habrás puesto los cuernos a alguna otra. Pero tranquilo no porque ya hayas pasado los cuarentas serás el solterón maduro maricón seguro, no lo creo. Pero fíjate bien, que hay mujeres que quieren aprovecharse de ustedes los hombres y por pingalocas ustedes van por cualquier hueco. No hijito, busca una buena chica”. Levanté mi vaso de whisky e hice el salud correspondiente.

Digamos que la velada estaba entre maricones, fumones, corneados y cornudos, estafadores, comunistas y putas. Vamos lo normal de toda familia. Hasta que la tía luego del plato de fondo nos dijo:

“Queridos míos, he llegado a los 90 años bastante bien, mucho mejor de lo que esperaba. Si les he dicho algo que les haya ofendido, no pienso pedirles disculpas, porque a pesar de todas sus barbaridades les quiero de corazón. He vivido muchas épocas que ustedes ni se imaginan. Pero he encontrado que lo mejor que puedo hacer por ustedes es decirles mi sentir, y ese es quizás mi mejor forma de agradecerles por sus cuidados y cariño. Pero la fiesta es mía y les contaré algo que ninguno de ustedes sabe, desde hace 30 años tengo una pareja”.

Conmoción, es que nadie le conocía absolutamente nada, de hecho, mi tía era de las personas que luego de la viudez asistía diariamente a la misa, iba al cementerio todos los jueves, y no se le conocía nada.

De pronto la tía Tina, se levantaba de la mesa, y abrazaba a la tía Marcela -su prima hermana- dándole un beso en la boca. ¡Patatus! Silencio que ni los grillos se atrevieron a romper. Luego del sonoro beso, la Tía Tina nos miró a todos y nos dijo “Sí hijitos, soy tortilla, y hoy me siento en la libertad de reconocerlo con felicidad, con su tía Marcela nos conocemos desde chicas, y nos hemos querido y gustado desde antes que yo me casara. Nos tomó mucho tiempo admitirlo, y fue en ese viaje que hicimos a Roma y al Vaticano que pasamos nuestra primera noche juntas. Ya ven todos teníamos nuestros secretos, y una vieja como yo, no está para guardárselos frente a nadie, que mi marido me hizo feliz y que en paz descanse, pero con Marcelas somos amigas, compañeras y también amantes. Así que salud queriditos”.

Algunos aplaudieron, otros hicieron salud. Familia de locos la mía, señora.

Lanatta